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martes, 27 de mayo de 2014

Madrid vs. Madrid


Hemos vivido una final de la Champions de esas que hacen historia. Pasase lo que pasase la copa se quedaba en casa, ¿pero a qué precio?. Una comunidad dividida, y dos aficiones que según las extremas medidas de seguridad que se tomaron no podían convivir juntas.






Los primeros indicios de esto los tuvimos cuando la Delegación del Gobierno impidió colocar una pantalla gigante en la Puerta del Sol para que los aficionados del Atlético y Real Madrid vieran la final en grupo.
Más tarde, y teniendo en cuenta que el 75% de los seguidores que se desplazaron a Lisboa lo hicieron por carretera, la Guardia Civil de Tráfico y la DGT, dividieron la carretera de Extremadura (A-5) en dos. Un dispositivo especial para no mezclar a las aficiones en las áreas de servicio. Así los 'colchoneros' pudieron repostar en ciertas gasolineras mientras que tendrán vetadas otras tantas que, a su vez, estaban reservadas a los 'merengues'. Y si el método de transporte elegido es el tren conviene recordar el dispositivo especial de Renfe. La compañía, en colaboración con las fuerzas de seguridad del Estado, separó a ambas hinchadas durante este viaje. Así, los seguidores del Real Madrid salieron desde la estación de Chamartín y llegaron a la estación lisboeta de Apolonia, mientras que los del Atlético de Madrid embarcaron con destino a Lisboa en la estación de Atocha y llegaron a destino en la estación de Oriente.

La antigua rivalidad entre los dos equipos se ha atenuado en las últimas décadas a medida que el Barcelona se ha ido convirtiendo en el principal rival a batir para los aficionados del Real Madrid, el club con más Copas de Europa. Pero con esta final ha vuelto, sin duda, a resurgir.
Tras la victoria del equipo blanco, vino la gran celebración que casi duró dos días. No hubo incidentes dignos de mención, aunque claro está que las medidas de seguridad dejaban poco lugar a que esto ocurriese.

El balance ha sido positivo, pero nos quedaremos con la duda de si hubiésemos sido capaces de convivir sin tantas restricciones, de disfrutar el juego, disfrutar de una copa que se queda en Madrid y de saber perder pero también ganar.

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